Titulo: El labrador de aguas
Autor: Huda Barakat
Editorial: La otra orilla
Vivimos una etapa de la Historia en la que la palabra se ha devaluado. Lo mismo la palabra de Dios, que la palabra del vasco que la del político, el notario, el periodista, el testigo, el defensor o el acusador. Cuanto vale hoy la palabra?.
Y sin embargo nuestra vida está hoy asfixiada por la palabra: la televisión, la radio, los videos, las películas, la palabra escrita, la hablada, la no verbal, la gestual, la del ejemplo, la de la ética, la de la verdad y la de la mentira. Ahí están dispuestas a meterse por nuestros intersticios, sorbernos el coco, robarnos la intimidad, mordernos con fiereza o con falso amor nuestra mismiedad (ser uno mismo)…La palabra.
Hace cincuenta años, cuando no se podía “tomar la palabra”- hablar porque te metían en la cárcel alguno habló, un poeta habló, dijo lo que quiso hablando de la palabra y asi Gabriel Celaya sacó su libro “Dame la voz y la palabra” en plena dictadura sólo hablando de la palabra. Gracias al destino los tontos del régimen franquista no se dieron cuenta de que era un libro como los de antes, de los que realmente contenían la palabra y esa palabra encerraba libertad y daba vendavales de aire puro a nuestra asfixia.
La empresa no se ha librado de esta epidemia. Unas veces por defecto y otras por exceso. Hoy no hay empresa que no realice sus dichosas “comunicaciones” a través del E-mail o de su intranet reduciendo sus gastos de “comunicación verbal con los otros y sobre todo entre los otros” y propiciando el estar bien informados en base a un autentico sistema radial en el que lo importante es lo que el top de la empresa informa y comunica como quiere y cuando quiere con todos sus sumisos y sufridos receptores.
La palabra fue diferente en otros tiempos y aun quedan resquicios – posiblemente en los pueblos no evolucionados – donde la palabra es verbo, donde la palabra sigue siendo misterio, donde la palabra encierra sentimientos, historia, poesía, belleza, donde la palabra a ejemplo de un tejedor diestro va trenzando los hilos de manera armónica, cruzando la lanzadera entre los hilos de mil tonos y colores y los va tejiendo en una tela unas veces de seda, otras de terciopelo y otras de encaje.
Estas reflexiones las he realizado a partir de un libro “El labrador de aguas” de una belleza extraordinaria. De una autora Huda Barakat nacida en el Líbano, de ascendencia Kurda como la coprotagonista de la novela, posiblemente descendiente de unas tribus donde la palabra aun tenia su valor.
Es una bella y trágica historia de amor. Nicolás, que ha recibido de su abuelo y de su padre el conocimiento “amoroso” de las telas regenta el comercio familiar en Beirut tras la muerte prematura de su padre y al poco la muerte violenta de su novia Shamsa, una joven Kurda que cree en las palabras.
El abuelo de Nicolás era un cuenta historias, que “tejia” con los hilos del pasado vivido y de la historia lejana y los trenzaba con la lanzadera del presente. Era un sabio de la palabra que leía la historia para profetizar el presente - futuro bajo un signo casi determinista de lo inevitable del destino.
Su padre era más que un vendedor de telas, conocía todos los misterios de los hilos, la textura, el color, el olor, sus historias de personajes con ellas con las telas. Y Nicolás aprendió de su padre y de su abuelo lo uno y lo otro.
Nicolás y Shamsa viven en la ciudad convulsa de Beirut. La guerra civil se ha instalado en sus vidas, ha destrozado su casa, ha arruinado sus negocios, ha destruido lo que mas quiere y entonces decide vivir en el sótano del negocio familiar que es lo único que se ha salvado de la explosión, rodeado de telas maravillosas, de suntuosos brocados y terciopelos, de sedas suaves y linos olorosos. Esto le sirve para recordar todo lo que ha tenido en su vida: su abuelo, su padre, su madre y Shamsa.
Allí es donde la palabra lo llena todo sobre todo en su relación con Shamsa. Como en el cuento de en “las mil y una noche” Nicolás retiene todas las noches a su chica contándole historias de telas, jugando con ellas, envolviéndose en su agradable tacto y en el calor de sus palabras que se alargan durante toda la noche.
Es una novela envuelta en dos realidades que hoy están devaluadas: una la palabra y toda la fuerza que ésta tiene y otra los tejidos naturales, vencidos por los nylon, los gore-tex o los acrílicos.
Asi teje Barakat la palabra y la tela:
“El tejedor es aquel que fabrica las palabras y el hombre se viste con ellas. Después de que el tejedor hubiera escuchado a su abuelo, el tercer nomo, de cuya faringe emanaba la palabra sagrada y que tensaba y ataba los hilos de la vida, trasmitió la palabra a los hombres a través de las telas y de sus códigos secretos.
GUIA DE LECTURA:
Es una novela sencilla pero de una belleza de lenguaje y de misterio muy especial. Es necesario leerla despacio, saboreando cada párrafo, tratando de aprender a gustar los tejidos y la palabra. El argumento es muy simple pero la riqueza de los sentimientos que alberga hace que vayamos interiorizando la lectura como si fuese un rocío o una lluvia suave. Sí debe ser una lectura en la que una se deja llevar por la belleza de la palabra.