miércoles, 17 de marzo de 2010

2. Amelie o la esclava de la jerarquía


El señor Haneda era el superior del señor Omochi, que era el superior del Señor Saito, que era el superior del señor Saito, que era el superior de la señorita Mori, que era mi superiora. Y yo no era la superiora de nadie.

Podríamos decirlo de otra modo. Yo estaba a las ordenes de la señorita Mori, que estaba a las ordenes del seños Saito y así sucesivamente, con tal precisión que , siguiendo el escalafón, las ordenes podían ir saltando los niveles jerárquicos.

Así pues, en la Compañía Yumimoto yo estaba a las ordenes de todo el mundo

Título: ESTUPOR Y TEMBLORES
Autor:
AMELIE NOTHOMB
Editorial: Anagrama 2000.

Así comienza  la novela de esta autora Belga nacida en Kobe (Japón), donde narra, con gran humor no exento de estupor y de temblores, el año que Amelie, la protagonista, estuvo en una empresa multinacional japonesa, donde no cabía la iniciativa y donde todo, hasta el pensamiento, tenia que estar perfectamente controlado por la jerarquía.     ( El titulo de “Estupor y temblores” está tomado de los sentimientos que el emperador de Japón exigía a sus súbditos al presentarse ante él)
Su osadía, siendo occidental y mujer,  en querer ayudar a la empresa poniendo sus conocimientos y habilidades al servicio de la empresa, constituyó el pecado que le llevaría, de manera irremediable, a la humillación.
Ameli, después de haber probado su eficacia en un estudio de mercado, realizado fuera de su trabajo habitual, entra en un tobogán de descenso que le lleva a realizar los trabajos más bajos y absurdos de la empresa, como el de cambiar la hoja del día del calendario en los despachos hasta finalmente a ocuparse de cambiar el papel y las toallas de los lavabos de hombres.
Ante el deseo por parte de la empresa de que ella se marchase y les evitase la vergüenza del fracaso como organización por no haber sabido integrar a un empleado, Ameli optó por la resistencia humillante y solamente con el propósito de hacer que la empresa se sintiese culpable de una situación absurda y desfasada.

El año 1992 viajé a Japón para realizar un stage en formación organizacional. Tras un recibimiento al estilo militar, con música e izada de la bandera de España y de Japón en el jardín de la gran multinacional, tratamos de vivir la realidad de aquella empresa, desde dentro, en toda su dimensión sociológica, cultural y empresarial. Nuestra misión tenía el propósito de conocer las claves de su éxito y en especial cómo era su modelo organizacional.
No pretendíamos solamente aprender su métodos de calidad en base a los famosos “círculos de Calidad” y su “mejora continua” , queríamos ver realmente las variables que hacían que su funcionamiento fuese notoriamente superior y mas eficaz que el nuestro.

En nuestro análisis socio-organizativo-empresarial que hicimos, recuerdo que había ciertos indicios que podían presumir una cierta decadencia del Japon en los próximos años: su prepotencia ante el éxito conseguido, su pretensión de que el mundo debería adaptarse no solo  a su poder tecnológico sino también a su idioma, la rigidez de todos sus procesos de decisión, el escaso margen a la innovación  creativa por la libertad de acción, que su cultura de obediencia y de jerarquización  les permitía eran hechos que a ellos mismos les preocupaban.

Si bien el tema de la mujer no era un tema singularmente de interés en aquel momento para nosotros, sí percibimos que la incorporación de la mujer en nuestro mundo occidental y específicamente en nuestras  empresas había sido mucho mas intenso que en el de Japón y que en ese sentido habíamos avanzado nosotros de manera notable. 

Con la visión que nos da el tiempo sobre  su fulgurante desarrollo y su posterior caída en influencia y en protagonismo del Japón cabe preguntarse  si la propia visión y papel de la mujer en la vida social y en especial en la empresa no han constituido una de las causas significativas y de si esa incorporación tardía de la mujer a la gestión empresarial no ha sido una rémora importante para un desarrollo más creativo, más ágil y más alternativo.

Tengo la convicción de que así como en otros ámbitos como son la tecnología la producción etc, la entrada de la mujer puede ser menos influyente en lo referente al Management, a la organización, al liderazgo y a la innovación creo que los valores,  considerados hoy como más cercanos y propios de la condición de la mujer, van a ser claves de éxito singulares una vez despojadas de los condicionantes históricos y sociales que aun hoy tienen.

A Ameli le tocó vivir una etapa aun de resistencia en Japón, a las Ameli de hoy les empieza a tocar una etapa de dar a la vida de la empresa su propio sello con sus características de mujer, de mayor sensibilidad, mas humanismo, y mayor liberalidad.

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