El término de Aldea Global se ha hecho muy marketiniano en estos últimos tiempos y apropiado para vender nuestra traída y llevada globalización. Cabe preguntarse si, al asumirlo, acaso se ha tenido en cuenta la rica realidad cultural y sociológica de la Aldea en su sentido literal o si más bien sólo se ha buscado bautizar, con un nombre primitivo, amable, relacional y que engancha bien con los ancestros que llevamos dentro, la misma realidad de nuestros cansados modelos empresariales
La mujer ha cogido en este mundo de Economía global un protagonismo sin duda importante, siendo sin embargo difícil establecer la aportación específica y singular que proviene de su condición femenina.
El sentido común en la resolución de problemas, el equilibrio entre la inteligencia y lo emocional, la asertividad más participativa y consensuada, la capacidad para la resolución de conflictos, la utilización de la empatía y la delegación, parecen ser competencias propias y también formas de hacer más acordes con la propia esencia cultural de la mujer y que los hombres poco a poco comenzamos a valorar.
Cuando la mujer ha tenido que asumir la responsabilidad de la Aldea, no le ha temblado el pulso y ha sabido conducir con imaginación y con realismo la carreta del poder, léase Ángela Merkel, Michelle Bachelet o Indira Gandhi
En épocas anteriores ese liderazgo femenino se producía circunstancialmente y en momentos singulares o críticos. Hoy comienza a considerarse como una necesidad el incorporarlo a nuestras organizaciones y en un plano de igualdad.
La Aldea de las Viudas del autor James Cañón, colombiano, formado en EE.UU. y hoy residiendo en Barcelona, es un exponente claro de los cambios que se están produciendo en el mundo pero en cada aldea de la aldea global
Autor: JAMES CAÑON
Editorial: La otra orilla
Es un libro en el que la mujer y las mujeres son casi únicas protagonistas de la historia que se cuenta, enmarcada en la década de los 90 y que dura 16 años llegando hasta ayer su final.
Mariquita es una aldea colombiana, pequeña, pobre y olvidada, cercana a Ibagüe. Una aldea agrícola y ganadera que se ve acosada por la Guerrilla, los paramilitares y por el propio Gobierno, cada cual con su forma de explotación pero todos queriendo vivir de ella.
Un día la guerrilla, tras matar a algunos vecinos que no se ajustan a sus exigencias, se llevan a todos los hombres mayores de 12 años, excepto al cura y a un jovencito de piel clara disfrazado de niña.
Tras un año de luto las mujeres se plantean hacer frente a la situación, organizando la aldea. Rosalba se erige como alcalde y a partir de ahí los roles municipales y familiares y sociales, antes asumidos todos por hombres, se distribuyen entre las mujeres.
La propia supervivencia y el “entorno” al que no pueden sustraerse obliga a crear estructuras novedosas, a montar modelos de organización y de decisión específicos pero sin duda innovadores y a ejercer un modelo de dirección y de convivencia singular.
La resolución de los problemas permanentes que surgen de la vida municipal y económica de la aldea se abordan bajo otras perspectivas, se articulan normas y leyes adaptadas a las necesidades especificas de la aldea y se opta por implantar una moral basada en la libertad y en el respeto a todos.,
Rosalba y su equipo crea una sociedad colectiva regida por un calendario femenino. Los años se convierten en escaleras y los meses en 13 peldaños, cada uno compuesto por los 28 días del ciclo menstrual. El calendario femenino avanza hacia atrás: borrando guerras civiles, masacres y todas las demás tragedias que plagan la historia nacional. Otras ideas radicales son introducidas: la religión es rechazada y cubrirse el cuerpo se hace opcional.
Al final, sin las viudas casi saberlo y sin una ideología dominante que les impulse, sino con el sentido común y ético de las mujeres, llegan a montar una minisociedad que es el paradigma del modelo revolucionario en lo social y en la igualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario