Crear una empresa siempre ha sido un parto con dolor, a excepción de la
creación de las puramente especulativas. Y ser emprendedor supone tener coraje
para enfrentarse a lo desconocido. Y esto lo ha sido siempre y lo es hoy, a pesar de nuestros análisis
previos de negocio y de nuestros planes de viabilidad, donde las hipótesis y
previsiones no dejan de estar cargadas casi siempre de unas esperanzas que se
hace difícil materializar cuando ponemos en marcha el negocio soñado.
“El pabellón
azul” de un autor español Ramón Pernas es una novela que nos sitúa a principios del siglo XX y nos
cuenta la historia de un emprendedor. A la vez nos deja entrar en su gran
historia de amor, tierna, ardorosa, limpia y eterna y en las historias de
amistad y de humanismo de ese hombre que se hizo a sí mismo con la trupe de su caravana de circo. Y todo
ello con una concepción universal, globalizada. De ahí viene el titulo de “pabellón
azul” de los barcos que llevan bandera azul y que quiere significar de manera
positiva a todos que no tienen patria única, que son universales, que
pertenecen al mundo, que no son de ninguna parte y lo son de todas. Ser
pabellón azul es, sin duda, el destino de muchos de los actuales
emprendimientos empresariales de hoy ya que desde el primer momento van a tener
que estar pensados con perspectiva de un mercado más universa
Titulo: EL PABELLON AZUL
Titulo: EL PABELLON AZUL
Autor: RAMON PERNAS
Editorial: Espasa
Narrativa 1998
El argumento de la novelas nos presenta a Augusto Bordino, un Italiano
que vive esperando la visita de uno de sus hijos para poder morir tranquilo y
lo hace en la aldea de su mejor amigo, Abelardo, un gallego conseguidor de
objetivos, que le convence para hacerse en su jubilación una casa en Vilaponte,
un pueblecito de Galicia. Desde allí y en las tardes melancólicas de orvallo
gallego va desgranando sus recuerdos y
las pocas cosas que pasan en su hoy.
Bordino va contando sus avatares circenses, que son todos sus emprendimientos: desde que decide
separarse del Circo de su Padre en Italia hasta los negocios creados por él y gestionados
hoy por sus hijos. En sus primeros pasos, como empresario en solitario, Bordino
apuesta por la linterna mágica como espectáculo (es el cinematógrafo recién
nacido). Su fracaso le hace aliarse con otros titiriteros para aparentar entre
ellos competencia por los pueblos que pasan. Luego recorrerá toda Francia hasta recalar en
España por Irun, yendo pueblo a pueblo hasta llegar a Galicia, donde se les
unirá Abelardo (socio del alma de Bordino) ya para siempre.
Ante la poca rentabilidad de la linterna mágica diversifican su
producto e introducen payasos,
acrobacias, un ventrílocuo y música. Ello les permite ganar lo justo para
marchar al entonces paraíso de Argentina.
Allí, primero para subsistir y luego para prosperar, Bordino y su troupe, comienzan con lo que saben
hacer, y van poco a poco creando nuevos espectáculos, terminando con una adaptación
teatral de Moby Dick y con una ballena disecada en el escenario y siempre
adaptándose a los gustos de aquella sociedad tan en ebullición y europeizada.
El negocio Bordino termina siendo un conglomerado de Teatros, cines, productora
de variedades, agencia de contratación artística…
La otra trayectoria, la vital y la de la amistad sigue derroteros mas
serenos, jalonada por los valores de la fidelidad, la trasparencia, la confianza
y el amor maravilloso hacia su querida mujer Preciosa y la lealtad
incondicional a todos los que conforman la vida nómada del circo.
La mezcla de ambas da al libro una simbiosis perfecta entre el trabajo,
la familia y la amistad, aspecto que en los nuevos emprendimientos actuales se
hacen más difícil guardar el equilibrio
La historia del “Pabellón azul “ aunque contada desde el recuerdo y
desde la espontaneidad es casi un tratado sin pretensiones ni intelectualismos
de cómo abordar un negocio, como testarlo, como introducir cambios en el
producto, como realizar aprendizajes de habilidades, como investigar y crear
nuevos espectáculos para adaptarse al cliente. En su narración, Augusto Bordino, se reconoce
orgulloso de haber introducido en el circo por primera vez una ballena
disecada, pero con todo tipo de mecanismos internos para dar la sensación de
viva.
“los disecadores tensaban la dura
piel que trataban con brea por dentro y barniz por fuera; la mandíbula y la
dentadura se afianzaba con tornillos y en paralel;, con la ballena dividida en
dos partes iguales se introducía una estructura rígida en su pellejo gris. Al
partirla en dos Klaus la dotó de un mecanismo simple que le hacia mover la cola
y de una bomba de agua que expulsaba chorros a gran altura desde su lomo….En la capital encargamos una
especie de pecera gigante que consistía en dos vidrios separados entre sí y de
forma rectangular, perfectamente desmontables. En su interior instalaríamos la
ballena y entre los dos cristales verteríamos suficiente agua como para dar
idea de que dentro del falso acuario flotaba un pez” ( Págs. 127 y 129)
No hay comentarios:
Publicar un comentario