jueves, 28 de abril de 2011

6. La ética empresarial y/o el tráfico de armas por amor a una buena causa

 
Título: EL SOLDADITO DE DIOS
Autor: KIRAN NAGARKAR
Editorial: Galaxia Gutemberg 2007
La historia de Zia, de Lucens o de Tejas (que son sus tres nombres dependiendo de la actividad que desarrolla) es la historia de un personaje singular: un joven con una capacidad matemática excepcional, doctor en  economía.
Es también la historia de un radical, de un extremista que lleva hasta la muerte y la tragedia todos sus planes. Para él sólo existen los objetivos.
En su vida como Zia el protagonista es un activista musulmán, dirigente de una célula Hidajista que pretende matar a Shalman Rusdi.
Como Lucens es un Hermano Lego de una Abadía, que tras convertirse, se dedica a crear y alentar unas asociaciones antiabortistas y a luchar en pro de la castidad y de la pureza.
Y finalmente como Tejas, con  pasaporte diplomático y que, tras los sucesos del 11S, es un traficante de armas que lo hace para sustentar las organizaciones derechistas antiabortistas y el  orfanato que ha levantado en su anterior vida, para los niños no abortados.
Es muy significativa la frialdad con que los diferentes valores éticos se mezclan y conviven en este hombre. Veamos uno de sus análisis de situación sobre la empresa de armas:
“ISSSysten, la empresa (de armas) de James llevaba diez años de estancamiento. Que el movimiento de transacciones y los beneficios se hubieran estancado podían deberse a dos factores: o James había perdido impulso o la industria había cambiado de manera radical…
El comercio de las armas había cambiado y James se había quedado encallado como una estrella de cine mudo,  incapaz de hacer la transición a las películas habladas…
Cuando un amigo le reprocha su entrada en el negocio del tráfico de armas para salvar a la Institución humanitaria neocom de los Ángeles él le escribe lo siguiente…
“El comercio de armas es como cualquier otro negocio. Por eso precisamente las Universidades, las Autoridades Locales, los Sindicatos, los Consorcios de los Servicios Nacionales de Salud, las Instituciones Benéficas y las Iglesias de Gran Bretaña continúan invirtiendo en él…
Sí, estoy en ello por dinero, a diferencia de ti, de tu padre o de casi todo el mundo en el negocio, no lo hago por mi…”

Hoy las empresas han introducido el concepto de Responsabilidad social Corporativa o de Ética Empresarial como un factor de imagen y de  competitividad, abogando por la trasparencia, la preocupación por la Sociedad y por la mejora del medio ambiente entre otras intenciones.
En esta línea hace tan solo unos meses salió la noticia de que treinta estudiantes, que se encuentran cursando el segundo año del Máster de Administración de Empresas de la Escuela de Negocios de Harvard, están trabajando en la redacción de un código ético para proceder como gestores empresariales, a implantar un juramento ético a modo del juramento hipocrático que se proclamaría  en el momento de la graduación.
Este juramente consta de ocho puntos, de los cuales el primero se refiere al compromiso para trabajar con integridad y ética; el segundo compromete al profesional a cuidar los intereses de sus propios grupos de interés: compañeros de trabajo, superiores, demás accionistas, clientes de la empresa y sociedad a la que pertenecen; y el tercero la promesa de manejar la empresa que les corresponda con buena fe, sin tratar de favorecer sus intereses personales a costa de la empresa o de la sociedad.  (José Luis Fernández de ICAI)
Este movimiento de la ética empresarial o también llamado de  Responsabilidad Social Corporativa, surge  precisamente en el momento en que se produce en los Estados Unidos y en España una serie de escándalos y fraudes financieros, solamente equiparable a otra época que coincide  cronológicamente con la oleada de escándalos ocurrida en EE.UU. a lo largo de  la segunda mitad de la década de los setenta y en la Península Ibérica a mediados de los ochenta.
Resulta difícil disponer de una única definición de la RSC. La más descriptiva  es la de la fundación Empresa y sociedad:
 “La empresa del futuro no podrá limitarse a ser una mera explotación económica en el sentido tradicional del concepto. Adquirirá un mayor protagonismo en la sociedad en tanto que sea socialmente responsable, lo cual incorpora aspectos como que sus productos y servicios sean aceptados por los ciudadanos, cumpla estrictamente la normativa vigente, sus directivos tengan un comportamiento ético intachable, conceda una importancia adecuada a la relación con sus empleados, sea respetuosa con el medio ambiente o apoye a las personas más desfavorecidas de las comunidades en las que opera.”

La gran empresa ha visto o ha intuido que esto es  una música que suena bien en este mundo de grandes intenciones y de celofán marketiniano y hasta de credulidad ingenua por parte de muchos consumidores.

Así hoy es fácil  vendernos que los grandes bancos  se preocupan por las obras sociales y de caridad, que la gran industria química lleva alimentos a través de ONGs a países del tercer mundo o que  las grandes farmacéuticas ceden sus fórmulas obsoletas a pueblos plagados de enfermos de VIHS, o en otro ámbito las grandes  superficies piden al consumidor que aporte unos céntimos de euro para ayudar a los niños sin juguetes. 

Estas empresas son las mismas cuyos directivos tienen unos salarios y prebendas económicas fabulosas, realizan unos contratos leoninos con sus proveedores o promueven a nivel mundial un cierto pánico en base a una pandemia mas o menos imaginaria o escasamente científica, siendo benévolos en el juicio.

El escándalo que nos produce la novela del Soldadito de Dios por sus planteamientos drásticos y extremistas  creo que nos hace entender el alcance que realmente debería tener este tipo de códigos éticos y de las consecuencias que tendría para las empresas la puesta en marcha de los mismos.
Sin embargo resulta evidente que un compromiso serio y responsable de las empresas con todos sus grupos de interés supondría  realmente un avance importante en las relaciones y en la implantación de unos auténticos valores en el conjunto de la sociedad.

LECTURA DEL LIBRO: La narración del Soldadito de Dios es bastante sobrecogedora, por el tema que trata, enormemente actual al menos en su primera parte, y sorprendente por su desarrollo de la vida del protagonista, aunque siempre dentro de un mismo valor o contravalor que es el extremismo.

Es una lectura que requiere atención ya que a lo largo del libro hay una filosofía que se trata de justificar, lo cual da profundidad a la novela pero a su vez exige una mayor atención para poder captar los mensajes que se quieren trasmitir.